Cómo gestionar las rabietas de los niños pequeños
Todos hemos pasado por ello: en un momento tu hijo está abrazado, muy contento, y al instante grita, llora y pega: ¡bienvenido al maravilloso mundo de los terribles dos años!
Los niños pequeños son conocidos por sus rabietas, que suelen empezar a producirse a partir de los 18 meses. Entonces, ¿por qué los niños pequeños tienen rabietas tan repentinas y qué podemos hacer como padres para que nuestros hijos estén contentos? Sigue leyendo para conocer nuestros mejores consejos para afrontar las rabietas de los niños pequeños.
¿Por qué tienen rabietas los niños pequeños?
Las rabietas de los niños pequeños son una parte normal del desarrollo de cualquier niño; son básicamente la forma que tiene tu hijo de hacerte saber que algo le molesta. Una de las principales razones por las que tu hijo puede actuar así es que quiere expresarse pero le resulta difícil comunicar cuál es el problema. Esta frustración puede deberse a las cosas más pequeñas, desde un juguete perdido o tener hambre, hasta simplemente estar aburrido y querer algo de atención.
Cómo reaccionar ante una rabieta infantil
Aunque las rabietas suelen remitir a la edad de cuatro años, tener algunos métodos para tratar las rabietas de los niños pequeños cuando aparecen os beneficiará a ambos a largo plazo. Estas son algunas de nuestras mejores técnicas.
Encuentra la causa
Nuestro primer consejo sobre cómo afrontar una rabieta es llegar a la raíz del problema antes de que la situación se agrave, lo que puede hacer que detener la rabieta sea mucho más fácil. Te recomendamos que tengas en cuenta qué estaba haciendo tu hijo antes de que empezara el problema y que resuelvas la cuestión a partir de ahí. Por ejemplo, ¿se acerca su hora de dormir? Puede que esté cansado y luche por mantenerse despierto, pero no puede decírtelo porque no tiene palabras.
Recuerda mantener la calma
Entendemos que intentar calmar a un niño pequeño que tiene una rabieta puede ser una tarea difícil, y es muy fácil sentir frustración hacia tu pequeño. Aunque sea tentador, intenta no recurrir a los gritos, ya que esto puede ser recibido negativamente y provocar una rabieta aún más larga. Nuestro consejo es que respires profundamente y, si estás en un lugar privado y te cuesta mucho manejar tus emociones, sal de la habitación durante unos minutos hasta que te sientas más tranquila; esto también enseñará a tu pequeño que hacer una rabieta no conseguirá tu atención (por supuesto, sólo deja a tu hijo en un entorno seguro).
Distráelo
Si tu hijo tiene una rabieta por algo insignificante, una distracción puede ser la forma perfecta de distraerlo. Una buena manera de distraerlo es hacer algo tonto, como cantar, retarlo a una carrera o señalar un objeto al azar y hacerse el sorprendido. Puede que te sientas un poco tonto en el proceso, pero puede que tu hijo se sorprenda tanto que se olvide de la causa de su malestar.
Sé cariñoso
Aunque te parezca que no es el momento adecuado, a veces dar a tu hijo contacto físico puede ser exactamente lo que necesita, igual que los adultos cuando estamos enfadados y necesitamos un abrazo. Si tu hijo parece más alterado que enfadado, prueba a abrazarlo durante unos minutos hasta que se le pase la rabieta. Es posible que tu hijo se resista al principio, pero si le mandas callar y le das unas palmaditas en la espalda, puedes crear un ambiente más tranquilo.
Manténgase firme
Aunque parezca que lo más fácil es darle inmediatamente lo que quiere, esto puede hacer que aprenda que el mal comportamiento tiene recompensa. Si tu hijo tiene una rabieta porque quiere algo, te recomendamos que seas coherente. Si le has dicho que no a una segunda galleta, intenta no ceder a sus demandas ni cambiar tu respuesta, ¡tú puedes hacerlo!
Cómo evitar las rabietas en los niños
Como dice el refrán, "más vale prevenir que curar"; aunque la famosa frase no se refiera específicamente a las rabietas, todos estamos de acuerdo en que lo ideal es prevenir las rabietas de los niños antes de que se produzcan. Ten en cuenta algunos de nuestros mejores consejos...
Tómate tu tiempo
Intentar que tu hijo entre por la puerta todas las mañanas para ir a la guardería puede (la mayoría de las veces) ponerle nervioso y provocar más gritos de los que te gustaría un lunes por la mañana. Un buen consejo para evitar las rabietas de los niños es planificar la rutina matutina con antelación la noche anterior; tener los zapatos, la ropa y los abrigos elegidos y listos para la mañana puede marcar la diferencia a la hora de que tu hijo se levante y salga a tiempo.
Ofrécele una opción
En lugar de decirle directamente a tu hijo lo que quieres que haga, considera la posibilidad de ofrecerle la posibilidad de elegir entre dos opciones. Por ejemplo, si pide algo dulce antes de acostarse, en lugar de decirle directamente que no puede comerlo, ofrézcale algunas alternativas para distraerle de lo que quería en primer lugar. Esta es también una buena manera de convencerles de que se coman la fruta y la verdura.
Los pequeños recordatorios marcan la diferencia
En las situaciones en las que no se puede elegir, recordar a tu hijo las normas que has establecido de antemano puede facilitarle las cosas en el futuro. Por ejemplo, antes de que tenga una cita de juego con sus amigos, recuérdale que tiene que estar dispuesto a compartir sus juguetes, antes de terminar la charla chocando los cinco y con unas palabras de ánimo; eso le levantará el ánimo y será algo que recordará.
Criar a un hijo es una de las experiencias más increíbles que se pueden tener y, aunque no siempre es fácil, ten por seguro que estás haciendo un trabajo increíble, por mucho que tu hijo pequeño te diga lo contrario. ¡Lo has conseguido!
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